sábado, 24 de diciembre de 2011

Estamos en Navidad

Hola a todos

Llevamos unos días saboreando las fiestas navideñas, y todo lo que ello conlleva, alegría, reencuentros, recuerdos, nostalgia, amor, risas, vida, dolor, etc. Inclusive, una mezcla de todas ellas.

Unos viven esta fechas con ilusión, amor, diversión, llenas de reuniones familiares y de estar con los amigos. Para otros, serán fechas complicadas en las que se notará mucho la ausencia de sus seres queridos y sentirán tristeza; algunos, les dedicarán una sonrisa, les pondrán una vela, una silla ocupando su lugar en la mesa, con su foto sobre la mesa; y el resto, intentaremos pasarlo lo mejor posible.

En Navidad tendemos a desearnos todo tipo de bendiciones de corazón. Una vez más, también yo lo voy a hacer.

Deseo que seáis muy felices, que encontréis aquello que buscáis, que no os falte cobijo, amor, armonía y fuerza y por supuesto, que vuestros sueños se hagan realidad. Y que se hagan extensibles a lo largo de todo el año.

Sed muy felices.


Besotes,

María Eugenia


La imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Qué es y para qué sirve la visualización

Esta entrada está dedicada a Diazul, de Diazul con aroma de romance y Diazul y sus notas, que quería saber qué era una visualización y si era lo mismo que la mediumnidad, si podemos entrar en contacto con nuestros seres queridos fallecidos.

La respuesta es no. No tienen nada que ver. Todos podemos visualizar pero no todos somos médiums. Como suele decir mi padre, los bomberos llevan casco, pero no todos los que lo usan, son bomberos. Con la visualización no entramos en contacto con esa energía de los seres fallecidos. Y si lo hacemos no es por la visualización en si, si no porque somos canales y estamos abiertos a comunicarnos con ellos.

En mi caso, como médium el contacto lo realizo a través de la energía de los seres que quieren comunicarse, estableciendo dicha conexión de manera directa. La visualización se queda corta. 

La visualización es una herramienta que permite poner en marcha proyectos e ideas a través de la mente. Es parecido a meditar. Algunos dicen que es más suave y menos efectiva, pero no estoy de acuerdo. Todo depende de la fuerza, intención e intensidad que le demos al hacerla.

Otros creen que visualizar es lo mismo que imaginar y no es del todo cierto. La diferencia entre ambas, está en la fuerza e intención que le damos al hacerla. Cuando visualizamos hay un porqué, una razón, una intensidad, una intención, una fuerza específica que no tiene la imaginación.

Utilizamos la visualización tanto para ayudarnos en nuestra evolución y crecimiento personal, como en la consecución de un proyecto o idea, ya sea de índole económica, resolución de problemas, encontrar soluciones o caminos, entrar en contacto con nuestro yo. etc.

La visualización es una herramienta que ayuda a abrir canales, es decir, potencia la creatividad, la intuición, la videncia, la confianza en nosotros, etc. Habrá personas que no percibirán nada; otras, verán colores, sentirán o percibirán la energía, verán señales o recibirán información. Como siempre, cuanto más trabajemos con esta técnica, más percibiremos. 

Las visualizaciones pueden ser guiadas o personales. Las primeras, están dirigidas por una persona que va marcando las distintas fases de la visualización y suelen ser más fáciles de seguir. Y están las personales, las que hacemos según nuestro propósito y gusto.

Antes de hacer una visualización hay que saber porqué, para qué y qué queremos conseguir con ella. Es decir, el motivo, la intención, y dependerá de la fuerza que le demos a nuestra mente y corazón para conectar más o mejor con lo que deseamos.

Podemos hacer visualizaciones pensando en nosotros, en el universo, en la tierra, en un tema en concreto, en nada y ver qué pasa. Es un mundo amplio, en el que siguiendo unos pasos sencillos podemos trabajar para conseguir ciertas metas personales, expandir la energía, abrir y ampliar nuestro conocimiento interior.

La visualización no entraña ningún tipo de peligro para nadie. Os animo a que cuando os apetezca, pongáis en marcha visualizaciones y descubrías muchos cosas sobre vosotros.


La imagen de la foto es de un mandala mio.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Visualización, conexión entre los seres queridos fallecidos y nosotros

Esta entrada habla de nosotros, de cómo a través de una sencilla visualización podemos expresar aquello que nos duele, y así eliminar otros sentimientos distintos a los de ausencia o la pérdida por la muerte de nuestros seres queridos.

Tal vez, no tuvimos tiempo de despedirnos, nos sentimos culpables por una situación que no puedo cerrarse, palabras que no pudimos expresar o decir y que nos duelen por dentro. Nos sentimos cerrados, tenemos una opresión en el pecho, un nudo que no desaparece y todo ello, al margen de que sepamos que están bien. 

Os propongo una visualización sencilla.

Primero, como siempre, es encontrar un momento para nosotros, para estar tranquilos y con la mente lo más calmada posible.

Segundo, se puede realizar en cualquier lugar en el que estemos cómodos y en paz. También, podemos acudir o elegir el lugar por el que paseaba o le gustaba estar al ser con el que queremos conectar. Imaginad que su sitio favorito era estar junto a un árbol, paseando por la playa, leyendo en un banco determinado, etc. Podemos hacer la visualización en esos mismos lugares.

Si estamos en casa, en vez de visualizar a la persona, podemos poner una foto suya delante nuestro.

Tercero, es importante saber qué queremos decir. Visualizad que la persona con la que queremos contactar está delante nuestro. Tenemos una cita con él. Sentid con el corazón que está presente, aunque no le veamos, ni le sentimos, porque en ese momento, estará y querrá escuchar lo que tenemos que decir.

Cuarto. Si parte de nuestro dolor está relacionado con que no pudimos despedirnos o expresarle lo que queríamos decirle, etc. a modo de ejemplo podemos decid,

Fulanito, te echo de menos, me he quedado con el dolor de no haberme podido despedir y quiero hacerlo ahora porque aunque me acuerdo todos los días de tí, necesito sentir que te he dicho adiós.

O lo que queráis expresar. Eso sí, siempre desde el corazón, desde el amor. Sin temor.

También podemos escribir una carta en la que explicamos todo lo que sentimos y leedla en alto.

Es bueno que dejemos que el corazón nos guíe y ayude a encontrar las palabras, la manera de expresarnos aunque sea con lágrimas y llenos de dolor. No hay una regla, ni norma clara. Estamos cara a cara, estamos el ser querido y nosotros.  

Quinto, una vez terminado lo que queríamos decir, deberíamos sentirnos libres de esa carga. Dejar que el peso que llevamos dentro se vaya.

Si os apetece podéis encender una vela, enviarles luz, pedirles que nos ayuden a sentir menos dolor, a entender, comprender y a superar la situación que nos bloquea o duele. 

Y esto es muy importante, decidles que son libres, que entendéis que han fallecido y que deben seguir su camino hacia la luz, que no queda nada pendiente entre vosotros. De esto modo, los seres que quieran quedarse lo harán voluntariamente, y los que decidan partir hacia otro plano lo harán sabiendo que estáis en paz con ellos. Sin cargas.

Esta visualización es para nosotros. Es posible que se pueda o no percibir su presencia. Es una manera de cerrar una etapa. Esto no significa que el dolor vaya a desaparecer, ni que la pena nos abandone de manera mágica. Todo duelo tiene su proceso y su ritmo. Pero podemos sentirnos más aliviados.

Lo ideal sería hacer esta visualización una sola vez, porque significaría que estamos preparados para que sigan su camino. Pero puede repetirse las veces que creamos o sintamos necesitar.


La imagen de la foto está sacada de internet y desconozco quién su autor.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Dos ejemplos de vivir el duelo en mi vida

En la entrada anterior hablamos del duelo y muchos de vosotros hablasteis de vuestras experiencias. No hablé de las mías, y he decidido hacerla en ésta.

La primera muerte que me marcó fue la de mi abuelo. Ocurrió hace casi veinticinco años. Mi padre, nos comentó a mi hermana y a mi, que mi abuelo, es decir, su padre, tenía un enfisema pulmonar y era terminal. El impacto fue muy fuerte. La primera reacción fue de sorpresa, de incredulidad. No quieres creértelo, pero la cara de mi padre, lo decía todo.

Recuerdo que aquellas noches, a lo largo de varias semanas, lloré muchísimo. Iba a perder a mi abuelo y de además, de manera inmediata. Quería estar a la altura, pero sentía dolor y pena. Poco a poco, fui aceptando la situación. La integré y decidí que si no podía hacer nada, al menos, podía aprovechar y hacer que los ratos que pudiera estar con él fueran especiales.

Mi abuelo falleció en julio. Había vivido más de lo que pensaban, y eso era genial, porque había habido vivido más momentos junto a él y a la vez, me había ido preparando para su marcha.  

Su muerte supuso dolor, pero sobre todo, paz. Sabía que mi abuelo no estaba sufriendo, que estaba sereno y tranquilo. Eso me dio mucha felicidad que pudo a mi dolor. Si notaba su ausencia pero sabía que estaba en la luz y era reconfortante.

Me sorprendió ver que las personas que me rodeaban no se comportaban del mismo modo. Sentían dolor, pena, rabia y algunos no asimilaban su partida. Me di cuenta que había hecho el duelo en vida. Me había preparado para su marcha y cuando se fue, le acompañé en su tránsito, enviándole luz y amor. Sentía que estaba bien y lo comentaba a los que estaban sufriendo por su muerte. No me entendían, al verme entera y bien, pensaban que era una pasota, que mi corazón era muy duro. Mientras tanto seguía hablándole a mi abuelo. Le decía que cuidara de los que se habían quedado aquí. 

Pasado un tiempo soñaba con él, le veía, me hablaba. Otras veces, sentía su presencia junto a mi; en otros casos, olía su colonia en los lugares más insospechados y extraños, dándome a entender que seguía a mi lado.

La otra muerte que me afectó mucho, es reciente y ocurrió este julio. Se trata la de mi amiga Pilar. Tenía cáncer en el pulmón y metástasis en el cerebro. Y como a mi abuelo le dieron poco tiempo de vida. Su muerte la viví desde dos aspectos; como amiga y médium.

Charlábamos sobre su muerte, su preparación, cómo afrontarla, intentando solucionar los temas que le preocupaban. Fue una vivencia muy dura en algunos momentos y sobre todo, muy enriquecedora a todos los niveles. Y una vez más, hice el duelo en vida. Como médium era fácil darle mensajes y sobre todo, vivir esos momentos desde la paz. Y como amiga, sentía que iba a perder a una gran persona con la que tenía una relación muy buena. Ante el dolor y la pena, se antepuso la certeza de la médium, de las pruebas que tenía que iba a estar mejor en el otro plano.

También tuve la gran suerte de poder hablar con ella de la muerte, de su marcha, de aclarar dudas, de poder despedirme y de que no quedara nada pendiente sin decir, ni hacer.

Días más tarde de su muerte, al esparcir sus cenizas, las amigas le hicimos un pequeño homenaje y transmitió unos mensajes para varias de las personas que estábamos allí. De nuevo, pude vivir esta experiencia desde los dos lados, como médium y amiga.

También he soñado varias veces con ella, le he visto contenta y llena de paz. Es muy reconfortante saberlo.

El resto de las muertes y sus duelos han sido más suaves y no han dejado tanta huella como estas muertes de las que he hablado. No sé cómo serán los siguientes duelos que me toque vivir. Cada uno será distinto y me aportará un aprendizaje diferente. Sólo espero saber vivirlo desde la tranquilidad, la calma y la alegría al saber que están bien en el plano en el que se encuentren.


La foto es de mis abuelos paternos conmigo en brazos.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El duelo ante la pérdida de un ser querido

Hasta ahora he estado hablando de los seres queridos que ya han partido. Sabemos que ya no están aquí, se encuentran en la luz, llenos de amor y paz. Pero, ¿y nosotros, cómo estamos ante su marcha?.

La pérdida de un ser querido siempre es dura, dolorosa y deja una huella importante, a veces una herida profunda que tarda en sanar y que con el tiempo puede acabar siendo una cicatriz.

Cada muerte se vive de manera distinta, su dolor no es el mismo. Puede depender del grado de vinculación o sentimientos que nos unían a la persona fallecida, a su manera de morir, si era un enfermo cómo ha llevado la enfermedad, el grado de sufrimiento que ha tenido, la edad en que ha muerto, etc. No es lo mismo, una persona mayor, que un adulto, un joven o un niño.

Aunque sintamos mucho su pérdida, asumimos con mayor naturalidad la marcha de las personas ancianas. Han tenido una vida rica en años que conlleva vivir experiencias, tiempo para amar, aprender, ser, querer; en definitiva, vivir.

El adulto, también ha tenido un cierto recorrido en años de vida, ha tenido oportunidades de saber, aprender y conocer, de amar y ser amado. En cambio, un niño o joven, trastoca. No tiene lógica, apenas ha tenido tiempo de vivir, de tener vivencias. Solemos decir que tenía una vida por delante. Podemos sentir frustración e ira ante su partida

La muerte no tiene lógica, al menos no la nuestra. Pensamos que los últimos en morir no deben ser los más jóvenes. Sin embargo, no es así. Todos conocemos o hemos vivido experiencias en que son los más jóvenes los primeros en partir.

Las pérdidas tan duras, sea cual sea la edad del fallecido, muchas veces no son fáciles de llevar, ni de integrar. Nos sentimos vacíos, abandonados, rotos por dentro, la vida carece de sentido, ya no se lo encontramos. Nos hundimos, nos bloqueamos, estamos deprimidos. Nuestros amigos o conocidos no entienden nuestro dolor, nuestra pena y, eso provoca que algunos de nosotros se acaben aislando.

Vivir el duelo, es vivir el dolor, es vivir el sufrimiento por la pérdida e ir adaptándose a ella de la mejor manera posible. Esta vivencia es personal e intransferible. No hay dos iguales.

Hay duelos que se pueden hacer en vida. Por ejemplo, cuando conocemos la gravedad de un enfermo, aunque no sepamos la fecha de su partida. Podemos vivir estos momentos para prepararnos para su marcha. Tenemos un tiempo corto y precioso, y debemos aprovecharlo para poder despedirnos de nuestro familiar, tenemos la gran oportunidad de dejar todo en claro y en paz. Tal vez, no haya que decir nada, salvo te quiero. A veces, sólo se trata de estar ahí, en silencio, de tocar y acariciar, y de dejar partir.

Indudablemente el que sepamos que hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos, ayudará a que la sensación de pérdida siga estando pero que el dolor pase más rápidamente. Así, tendremos un duelo más suave y tranquilo.

En cambio, otros duelos son dolorosos. Hay quienes no quieren o no pueden darle la vuelta a la situación. Se aferran o enganchan a este dolor que les mantiene aparentemente vivos. Su vida, es vivir en el recuerdo permanente del ser que ha muerto. Se niegan avanzar hacia delante, se sienten culpables de seguir viviendo, o deciden que al partir su ser querido, la vida ya carece de sentido. Cada persona lo vive de manera distinta.

Cuando seamos conscientes que el duelo, que la situación que estamos viviendo nos puede, nos limita, bloquea, etc, sería adecuado ponernos en manos de personas especializadas que nos ayudarán a salir adelante, terapeutas que nos pueden ayudar a sobrellevar el dolor y a entender en qué fase estamos o qué es exactamente lo que estamos viviendo y su porqué. Nadie dice que sea fácil. Está en nuestras manos, el poder tomar un rumbo u otro y todos son respetables. 

También existen grupos de apoyos, de personas que viven la misma situación de pérdida de un ser querido. Y hablar de nuestro dolor a personas que saben por lo que estamos pasando, puede conseguir que nos sintamos arropados, comprendidos y sintamos libertad para hablar de nuestro sufrimiento y pena.

Cuanto más nos preparemos, cuánto más sepamos a lo que nos podemos enfrentar, tendremos más recursos para salir adelante, haciendo que una situación de angustia lo sea menos y más llevadera. La herida estará ahí,  no desaparecerá el recuerdo ni el amor que sentimos por nuestros seres pero podremos vivir con cierta alegría, disfrutando del resto de los días que nos queden hasta poder reunirnos con ellos.


La foto está sacada de internet y desconozco quién es su autor.