viernes, 21 de septiembre de 2012

Las almas, su proceso en las muertes trágicas y accidentales

En la entrada anterior, Atlántida del blog, Mariposas en mi vida, dejó en su comentario, unas preguntas muy interesantes sobre los seres que mueren a manos de otras, víctimas de la violencia, del asesinato o en circunstancias trágicas. 

Atlántida quería saber qué pasaba con ellas, si iban a la luz o quedaban vagando por la tierra.

El que la muerte sea inesperada, trágica, violenta o accidental, no significa que como almas, quedemos vagando sin rumbo durante toda la eternidad. 

Cuando se produce este tipo de muerte, no da tiempo a reflexionar, ni a prepararnos para ella. Llega y listo. Todo sucede muy rápido, tanto para los que se van como para los que se quedan. Siempre es más "fácil" adaptarse a un hecho que sabemos que va a ocurrir que a uno inesperado.

Una muerte violenta o accidental, siempre impacta, llega muy profundamente, produce un caos mayor, un dolor más profundo. Nos preguntamos el porqué de estas situaciones trágicas, y casi nunca entendemos, ni damos con razones que las hagan comprensibles.

La pérdida de un ser querido que muere de manera trágica es más difícil de asumir, de aceptar. El duelo tiende a ser más doloroso y largo que cuando es una muerte natural o por enfermedad.

A nivel almas, a nivel evolutivo, las muertes con violencia, no se diferencían de una natural. El proceso es el mismo. El tránsito se inicia en el momento de morir; aparecen nos reencontramos con parte de nuestros seres queridos y guías, que velarán por nosotros durante nuestra marcha. No estaremos sólos, nos acompañarán, y tratarán de que entendamos lo que ha sucedido, guiando nuestros pasos a la luz.

Una vez más, el proceso de seguir a la luz, o de quedarse un tiempo más apegados a la tierra, dependerá de cada ser, de cada uno de nosotros. Algunos de ellos, pueden sentirse desorientados al principio, pero enseguida entenderán lo que ha ocurrido. Otros, seguirán a la luz, pues es su camino. Otro grupo, puede decidir que aún no es el momento de partir a la luz y prefieren esperar a hacerlo en otro momento.

¿Qué decisiones o factores intervienen en qué decidan quedarse o avanzar? Sus sentimientos y apegos. Los que decidan quedarse lo harán por apego ya sea a la familia, al trabajo, porque desean que se aclare o atrape a los culpables, se haga justicia, porque no se sienten preparados para avanzar, tienen miedo o quieren esperar a que se resuelva alguna situación determinada. Es exactamente igual que en una muerte natural.

Estas muertes trágicas, tienen un componente diferente al de una muerte natural,  y es, la de tomar conciencia de lo ocurrido. Es decir, si se trata de una muerte laboral, tomar conciencia de que deben extremarse las condiciones laborales, o descubrir el origen del porqué; si es por accidente, el tomar conciencia de cómo están las carreteras, de cuáles son las condiciones en que conducimos, alcohol, drogas, despistes, errores humanos, etc.

La huella que deja una muerte trágica, normalmente va asociada a una toma de conciencia ya sea a nivel individual o colectiva. Un asesinato individual o en masa, una guerra, un accidente de avión, de tren, por inundaciones o terremotos, marca un antes y un después. No nos dejan indiferentes y conllevan una toma de postura y un cambio a la hora de mirar, pensar, sentir, disfrutar y vivir la vida.

Cuanto más y mejor disfrutemos de la vida, más preparados estaremos para afrotar la muerte, aunque ésta sea inesperada y trágica. Os animo a saborear la vida todo lo que podamos.


La imagen es de un mandala mío.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Compañeros en el Adiós, de David Kessler

Hace algún tiempo que no hablo de libros, y en esta entrada quiero hacerlo de uno de ellos, que considero de lectura básica para saber más sobre la muerte y cómo podemos ayudar a los seres que están viviendo su presencia desde una actitud positiva y real de ella.

Se trata de Compañeros en el adiós de David Kessler. Kessler ha colaborado junto a Elisabeth Kübler-Ross, una de las mayores expertas en el tema de la muerte desde su trabajo como psiquiatra y acompañante de personas ayudándoles en su tránsito a la muerte.

Leí este libro hace algún tiempo, y decidí que tenía que estar cerca de mí. Aborda casi todos los temas relacionados con la muerte, y en él aparecen muchos testimonios de personas que cuentan cómo desean morir, qué necesidades tienen, cómo quieren vivir su fallecimiento. El abanico es enorme, se incluyen testimonios de personas moribundas de todas las edades, situaciones culturales y económicas, enfermedades, etc. que están en una situación grave o terminal. 

Kessler tiene acceso a los enfermos desde el ámbito sanitario, pues fundó una empresa de atención sanitaria a domicilio. Este trabajo le ha permitido, estar con personas que están viviendo sus últimos momentos de vida o situaciones graves en las que la muerte forma parte de su día a día y junto a ellas, aprender de sus necesidades, derechos, cuidados, miedos, dudas, alegrías, experiencias...

Si nos fijamos en el subtítulo del libro, Una guía para el último capítulo de la vida, ya está marcando una pauta en cuanto al contenido con el que vamos a encontrarnos. En él se habla de la muerte con entereza, con naturalidad. Está enfocado al cuidado, necesidades, derechos, cuidados y atención de los seres moribundos, ya no sólo físicas, sino también emocionales y espirituales.

En este libro se aborda el tema de la muerte tal y como es, buscando que sea lo más sosegada posible y eso se realiza escuchando a los que están próximos a vivirla. Hablando con la familia, sabiendo que la importancia del momento es para el moribundo; siendo la familia quién debe adaptarse al ser querido, a pesar de ser una situación complicada y difícil. Pues requiere anteponer las necesidades de ellos a las nuestras.

El libro se divide en once capítulos, en los que se plantean temas tan importantes como el expresar las emociones, conversar, compartir; habla del dolor y de las emociones que causa la situación que se está viviendo; de cómo es importante participar en las decisiones que toma el ser querido ante la proximidad de la muerte; de la importancia de no morir sólos; de la espiritualidad, etc. Y todo ello, a través de los testimonios de moribundos y su entorno.

Me parece un libro de consulta y guía interesante que aporta una información clara sobre qué actitud debemos adoptar ante la presencia de la muerte, ya sea como familia, entorno o protagonista de ella. Es muy del estilo de los libros de  Elisabeth Kübler-Ross, de la que hablaré en otro momento más adelante.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor. Es la portada del libro.

martes, 4 de septiembre de 2012

La muerte, el duelo y seguir avanzando

La muerte es una compañera leal que permanece a la sombra, hasta que un día, decide saludarnos. No sabemos qué día será el señalado, salvo que nos marcharemos en el momento indicado, ni antes, ni después, dando igual la forma en que lo hagamos, puede ser de muerte natural, accidente, enfermedad, suicidio, homicidio....

Nadie nos marchamos antes de tiempo. Muchas veces, pensamos que la muerte es injusta ya que los que se van, son niños pequeños, jóvenes; o la manera de fallecer es accidental o fortuita. Alguna que otra vez, hemos escuchado las siguientes palabras, estaba en el sitio equivocado en el momento equivocado. No sabemos qué hacía allí. O al revés, iba a montar en el avión y llegó tarde, al perderlo se salvó. 

Hay muertes que parecen anunciadas, que permiten hacernos a la idea de su proximidad. Por una parte, podemos comenzar a prepararnos para la marcha de nuestros seres queridos y así, vivir el duelo de una manera más suave. Tenemos la oportunidad de ir asumiendo su partida, de poder hablar, de resolver aspectos o situaciones que estaban rotas, o simplemente, expresar lo mucho que les queremos. Estas muertes son más fáciles de vivir, aún siendo dolorosas.

Las muertes rápidas, inesperadas, nos dejan en shock, bloqueados, todo acaba de repente y no habido tiempo de despedirse, de decir te quiero. Normalmente, el duelo de estas muertes es más traumático. Las preguntas se agolpan en la cabeza, conllevando más angustia. Tenemos la sensación de que no se ha cerrado el círculo, todo está inconcluso. No hemos dicho te quiero, recordamos que estábamos enfadados, o que podíamos haberle sonreído y no lo hicimos. Los y si... hubiera hecho y si... hubiera dicho, nos golpean, convirtiéndose en una noria que no deja de dar vueltas.

En estos casos, es fácil caer en la depresión, la angustia, la ira, etc. Debemos perdonarnos, y recordar que nuestros seres queridos nos aman a pesar de sentirnos culpables. Nos quieren y desean que sigamos nuestra vida, que continuemos hacia adelante y que vivamos lo más felices que podamos.

Eso no significa que no nos acordemos de ellos, todo lo contrario. Ninguno de nuestros seres queridos quiere que suframos y menos por ellos, quieren que disfrutemos cada instante de nuestra vida. Al anclarnos en el recuerdo y no querer vivir, no les estamos haciendo ningún favor a ellos, todo lo contrario, hacemos que estén pendientes de nuestro sufrimiento, les atamos y ellos deben seguir su camino hacia la luz y el amor.

Al final, sin querer, podemos caer en el victimismo, en una especie de egoísmo, y hacer de él nuestra manera de vivir; pero, insisto, nuestros seres queridos no desean que lo hagamos, quieren vernos reír, disfrutar de la vida, de las alegrías, de los amigos, y familia. Sentirnos culpables por estar vivos y ellos muertos, no les ayuda, ni tampoco a nosotros. No digo que sea fácil superar una muerte, pero debemos seguir viviendo pues al hacerlo, les estamos honrando a ellos.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.