miércoles, 6 de agosto de 2014

El duelo, superando la tristeza

Sois varias las personas que últimamente habéis preguntado cómo se puede superar la tristeza tras la muerte de un ser querido.

No hay dos duelos iguales. La muerte afecta de manera distinta, según las circunstancias personales que estemos viviendo, los sentimientos y la relación que teníamos hacia el ser que ha muerto, las causas del fallecimiento, la empatía, etc.

La muerte genera sentimientos encontrados, podemos sentir rabia, ira, tristeza, angustia, indiferencia, tranquilidad, paz... Podemos vivirlo todo a la vez, entremezclado, pasar por distintas fases o sólo experimentar una.

Pasar y superar un duelo, requiere tiempo. ¿Cuál? El que cada uno necesite. Es muy importante, escucharse, saber qué nos pide el cuerpo y el alma. Puede ser silencio, llorar, hablar, etc. Todo es válido.

Durante el duelo, estamos más sensibles, los sentimientos están a flor de piel. Tendemos a encerrarnos en nosotros mismos, hasta que poco a poco, vamos aceptando lo que ha sucedido. Es bueno recordar que las personas que nos rodean no tienen la misma manera de expresar y vivir el duelo. No adelantamos nada comparándonos con los demás, salvo empeorar, y añadir sufrimiento al que ya tenemos.

Si vemos que el duelo dura mucho tiempo, no lo superamos, nos está resultando complicado y muy doloroso, siempre podemos recurrir a ayuda especializada.

El duelo, es siempre personal e intransferible. Es único. Para superarlo, sólo tenemos que mirar hacia dentro. La clave está en nosotros mismos, en permitirnos dar el paso para salir de él; y así también, lo haremos de la tristeza, la pena, el dolor, el sufrimiento, el vacío, etc. No tenemos que ir muy lejos. La mejor manera de poder dar ese impulso inicial, es que el corazón y la mente vayan de mano. Siendo un bloque, y aunque a veces nos vengamos abajo, si tenemos paciencia y confianza, ya nos levantaremos. La superación comienza en el momento, en que todo nuestro ser está unido, en el instante en que somos.

Los siguientes pasos, son ayudas, bastones, herramientas que nos ayudarán a seguir avanzando y salir de la situación que estamos viviendo.

Podemos acudir a un especialista que entienda lo que es el dolor, el sufrimiento, que sepa escuchar y a la vez anime a seguir caminando. Aquí estarían los psicólogos, grupos de duelo, un buen médico de cabecera, la homeopatía, un médium, etc.

Una alimentación equilibrada ayuda a que el cuerpo se pueda ir recuperando del estrés y desgaste tras la pérdida de un ser querido. Además, nos prepara para afrontar el siguiente nivel, salir adelante.

Me gustan las terapias energéticas, Reiki, Jin Shin Jyutsu, yoga, etc. ayudan de manera sutil a ser más conscientes de nosotros mismos, conectándonos con nuestro yo interior, nuestra fuerza, nuestros dones y potencial. Es un bastón muy potente para seguir avanzando.

También trabajan a nivel sutil, las flores de Bach, los cristales, las piedras, los minerales, aurasoma, etc.

Realizar todo tipo de actividades que nos tranquilicen, ayuden a no pensar y a ser. Como por ejemplo, practicar deporte, pasear, la naturaleza, el estar en contacto con el mar, el campo, el monte, caminar, nadar, jugar, pintar, etc. Puede que haya días o momentos en que nos apetezca estar sólos y otros, acompañados. Todo es válido.

Vamos a permitirnos expresar en cada instante lo que sentimos, ya sea vacío, llorar, gritar, estar en silencio, hablar, reír y llorar. No vamos a juzgarnos; solamente, somos.

Debemos aprender a decir adiós a la culpa y permitirnos seguir adelante, volver a reír, a sonreír a la vida. Nadie va a censurarnos por ello, comenzando por nosotros mismos.

Los seres queridos que han fallecido, desean que sigamos nuestro camino de manera plena y dichosa, quieren vernos felices. Pueden ayudarnos a que tengamos fuerza, pasión, alegría. Están junto a nosotros aportándonos luz y amor, fuerza; pero, ellos no pueden hacer todo el trabajo sólos, necesitan que pongamos nuestro granito de arena, nuestro esfuerzo para poder salir adelante.

La meta es estar bien, en equilibrío y armonía con nosotros mismos. No se trata de una competición, de ver quién supera el duelo, la tristeza, una situación grave, lo antes posible. Y si recaemos, no pasa nada, volvemos a ponernos en marcha. Somos los únicos responsables de nuestra vida, de nuestra felicidad. Los demás, nos acompañan en nuestro viaje por la vida, del mismo modo, que nosotros lo hacemos con ellos. La vida merecer ser vivida en y con plenitud.


La imagen es de un mandala mío.